jueves, 1 de febrero de 2007

¿Quién se ha llevado mi queso?

Hola a todos. Lo primero es lo primero. Nunca pensé antes que iba a llegar en hacerme un blog, pero aquí estoy, entrando a este mundo lleno de pensamientos y sentimientos del cual sólo me vi en un inicio como simple espectador y comentarista de un blog amigo; sin embargo, el gatillador del hecho que aquí esté, dedicando estas palabras a ustedes estimados lectores, es el hecho de una historia -más bien una fábula- que tuve la oportunidad de leer cuando era más pequeño, y ahora he tenido nuevamente la oportunidad de recordarla y analizarla. No es una fábula cualquiera; eso seguro... Más bien trata de una historia que ayuda a adaptarno en un mundo de constantes cambios. Cuatro personajes -dos ratones y dos liliputienses- protagonizan esta conocida historia por aquellos que gustan de encontrar una ayuda a lograr el éxito y no estancarse en medio de un problema que puede tener una solución tan simple, que fácilmente la pasamos por alto por ser poco elaborada.
Debería seguir escribiendo, y lo haría porque no me cuesta mucho entusiasmarme como algunos sabrán, pero debo dejar espacio a esta historia que espero relatar en partes. Si alguno/a ya la leyó, le invito a leerla nuevamente. Quizás quién sabe, recuerde cosas que comúnmente se pueden olvidar con el tiempo...


¿Quién se ha llevado mi queso?

"Érase una vez, hace mucho tiempo, en un país muy lejano, vivían cuatro pequeños personajes que recorrían un laberinto buscando el queso que los alimentara y los hiciera sentirse felices.
Dos de ellos eran ratnes y se llamaban Fisgón y Escurridizo, y los otros dos eran liliputienses, s
eres tan pequeños como los ratones, pero cuyo aspecto y forma de actuar se parecía mucho a las gentes de hoy día. Se llamaban Hem y Haw.
Debido a su pequeño tamaño, sería fácil no darse cuenta de lo que estaban haciendo los cuatro. Pero si se miraba con la suficiente atención, se descubrían las cosas más extraordinarias.
Cada día, los ratones y los liliputienses dedicaban el tiempo en el laberinto a buscar su propio queso especial.
Los ratones, Fisgón y Escurridizo, que sólo poseían simples cerebros de roedores, pero muy buen instinto, buscaban un queso seco y duro de roer, como suelen hacer los ratones.
Los dos liliputienses, Hem y Haw, utilizaban su cerebro, repleto de convicciones y emociones, para buscar una clase muy diferente de Queso, con mayúscula, que estaban convencidos los haría sentirse felices y alcanzar éxito.
Por muy diferentes que fuesen los ratones y los liliputienses, tenían algo en común: cada mañana, se colocaban sus atuendos y sus zapatillas de correr, abandonaban sus diminutas casas y se ponían a
correr por el laberinto en busca de su queso favorito.
El laberinto estaba compuesto por pasillos y cámaras, algunas de las cuales contenían un queso delicioso. Pero también había rincones oscuros y callejones sin salida que no conducían a ninguna parte. Era un lugar donde cualquiera podía perderse con suma facilidad.
No obstante, el laberinto contenía secretos que permitían disfrutar de una vida mejor a los que supieran encontrar su camino.

Los ratones, Fisgón y Escurridizo, utilizaban el sencillo método del tanteo para encontrar el queso. Recorrían un pasadizo y, si lo encontraban vacío, se daban media vuelta y recorrían otro. Recordaban los pasadizos donde no había queso y, de ese modo, pronto empezaron a explorar nuevas zonas.
Fisgón utilizaba su magnífica nariz para husmear la dirección general de donde procedía el olor del queso, mientras que Escurridizo se lanzaba hacia delante. Se perdieron más de una vez, como no podía ser de otro modo; seguían direcciones equivocadas y a menudo tropezaban con las paredes. Pero al cabo de
un tiempo encontraban el camino.
Al igual que los ratones, Hem y Haw, los dos liliputienses, también utilizaban su capacidad para pensar y aprender de experiencias del pasado. No obstante, se fiaban de su complejo cerebro para desarrollar métodos más sofisticados de enconrar el Queso.
A veces les salía bien, pero en otras ocasiones se dejaban dominar por sus poderosas convicciones y emociones humanas, que nublaban su forma de ver las cosas. Eso hacía que la vida en el laberinto fuese mucho más complicada y desafiante.
A pesar de todo, Fisgón, Escurridizo, Hem y Haw terminaron por encontrar el camino hacia lo que andaban buscando. Cada uno encontró un día su propia clase de queso al final de uno de los pasadizos, en el depósito de Queso Q.

Después de eso, los ratones y los liliputienses se ponían cada mañana sus atuendos para correr y se dirigían al depósito de Queso Q. Así, no tardaron mucho en establecer cada uno su propia rutina.
Fisgón y Escurridizo continuaron levantándose pronto cada día para recorrer el laberinto, siguiendo siempre la misma ruta.
Una vez llegados a su destino, los ratones se quitaban las zapatillas de correr, las ataban juntas y se las colgaban del cuello, para poder utilizarlas de nuevo con rapidez en cuanto las necesitaran. Por último, se dedicaban a disfrutar del queso.
Al principio, Hem y Haw también se apresuraban cada mañana hacia el depósito de Queso Q, para disfrutar de los jugosos nuevos bocados que los esperaban.
Pero, al cabo de un tiempo, los liliputienses establecieron una rutina diferente..."

Continuará...
Saludos a todos los que lean esto. Cuídense.

3 comentarios:

Kinkan dijo...

Me parece muy bien que te hayas hecho un blog, así puedes tener un espacio en el cual expresar todas tus emociones y pensamientos del mundo...

Siendo sincero, no entendí la historia del queso, tal vez en una segunda parte.

Saludos!



kinkan ®
http://fotolog.com/kinkan

Anónimo dijo...

Me plagiaste el estilo
D:
te voy a demandar
xaw

sebasiologo dijo...

Hooola hector!!!... emmm... pa que contaste el libro???!!?!?!?