Hoy me saldré de los escritos habituales para contarles mi experiencia en un mal lugar y un buen lugar para quedarse cuando viajen a Santiago de Chile. Comenzaremos primero por las malas experiencias:
Érase una vez un viaje para el que habíamos hecho con mucha anticipación una reserva con mis amigas en una habitación para cuatro personas por dos noches en cierto hotel llamado "Hotel Plaza Londres", ubicado en el Barrio Londres (a una cuadra detrás de la Alameda, cerca de la Universidad de Chile y del metro del mismo nombre). La gracia costaba $40.000 por noche con baño compartido.
Cuento corto: al llegar, el tipo de la recepción nos dijo que no tenían registro de la reserva a pesar que enviaron un mail de confirmación, pero nos llevaron a una habitación de 4 personas. Cuando llegamos por nuestros propios medios a nuestra habitación, ya que lamentablemente la atención del personal (con excepción del personal de aseo y de comida) dejaba mucho que desear para lo que se espera de atender al cliente y ni siquiera fueron capaces de ayudarnos con las maletas, una vez dentro procedo a describir la "habitación". De forma levemente triangular, la entrada se veía rápidamente obstruida al avanzar por un camarote de dudosas condiciones de los dos presentes en la habitación, dejando un espacio más que pequeño e incómodo para pasar (ni pensar en caso de emergencia... ¿tirarse por la ventana desde el tercer piso, quizás?). Agregamos la alfombra con una misteriosa mancha extensa, una mesa de noche, otro mueble con un televisor, más la ventana de estilo antiguo, de esas que hay que cerrar por un mecanismo que embute un fierro en el marco de madera, sin contar que el fierro de la cortina se cayó con solo mover ésta, y... un espacio cerrado por una cortina en un fierro, iguales a los cambiadores de ropa de las tiendas de ropa pequeñas, de lo más intrigante... Las toallas entregadas estabas deshilachadas y se veían de dudosa procedencia, y el baño compartido naturalmente había que salir de la habitación para acceder a él, después de una meticulosa investigación del lugar porque nadie se dignó a explicarnos dónde se ubicaba. Lo único que salvaba eran los jabones.
Está de más decir que nos cambiamos inmediatamente de habitación; lo malo es que ya habíamos pagado, asi que de hotel aún no podíamos cambiar.
Pedimos una habitación para tres personas, pero con baño privado, ya que de los cuatro sólo seríamos tres. Eso costaba cerca de $36.000 por noche. Se hizo notable la diferencia cuando nos cambiaron las toallas por unas decentes, y al entrar por una escalera que mucho distaba de la anterior para llegar a la habitación, ésta era más espaciosa, aunque nuevamente era muy diferente de las fotografías que este hotel en su página publica. Agrego que el encargado no sabía si tenían habitaciones libres (¿para qué tienen los registros entonces...?). La habitación contaba con una cama matrimonial y una cama de 1 plaza, esta última donde dormí con el colchón duro y las sábanas... sin comentarios. Era alfombrada, similar a la anterior pero con armario, baño dentro de la habitación, ventanas que no cerraban completamente con fierros de cortina que no se caían, televisor en las alturas y... un termostato. Lo único sorprendente.
Sólo falta analizar el baño, el cual estaba decente. Al menos hasta que se inundó después que nos bañamos, del poco control del agua caliente, o mejor dicho hirviendo, que rápidamente me hizo pensar si estaba en una ducha o un baño turco. El único basurero disponible de la habitación era el del baño. ¿Mencioné que la pocilga anterior ni siquiera contaba con basurero?
Pero como no todo es color de rosa, la publicidad engañosa se hace presente una vez más: hasta el día de hoy extrañamos la TV cable que debería tener esa habitación. Por otra parte, el internet era limitado a 20 minutos por persona en computadores con hardware y software que bien eran el último grito de la moda en el año 2004 y sólo superan en capacidad a Windows 98 SE. El tiempo fue bien empleado: cotizar otro hotel cercano que valiese la pena. Después de desempacar, lo primero que hicimos fue buscar otro hotel que valiera su precio en comodidad y servicio. Lo encontramos, pero eso ya es otra historia.
Vista desde la habitación "decente" durante la mañana. |
Lo positivo a destacar (si es que hay algo): la vista durante la mañana en la habitación privada, y el servicio del desayuno y del aseo, la honradez de guardarnos una plancha de pelo que se quedó después que nos fuimos. Ah, y los salones de estar con detalles y elementos del Londres del siglo XIX.
Lo negativo: La irresponsabilidad, desorden y poco servicial trato al cliente de parte de la recepción. Además de todo lo mencionado anteriormente.
Como moraleja de esta historia, mejor cotize en el lugar el hotel al que quiera ir (sobretodo si es barato) y no se fíe de la publicidad ni las fotos por internet, son pocos los que realmente lo valen. Es por eso que, a menos que quiera experimentar lo anterior o realmente no tenga dinero, por ningún motivo vaya a quedarse a este hotel. En el siguiente artículo les recomendaré un hotel mil veces mejor y a un precio módico que lo vale.
Saludos!